Mes: enero 2019

¿Por qué leer el pasado? Memoria

Mientras algunas personas odiarán la historia como elemento fundante de sus vidas cercanas, otras la amarán. De más está decir que aquella que olvida sus aprendizajes y trayectorias está condenada a repetir sus calumnias una y otra vez al calor de lo que presuntamente se le presenta como novedoso cotidianamente.

Leer historia puede ser apasionante… basta con entender que somos lo que vivimos, y no solo personalmente -a nivel familiar- sino también socialmente -a nivel cultural- puesto que nos constituimos como parte fundamental de una herencia humana, cuya reproducción no cesa a pesar del desarrollo de innumerables conflictos y desigualdades cada vez más agudas a escala global.

De este modo, se torna crucial tener conciencia de nuestros propios orígenes, de nuestros porqués… pero no para seguir algo que algunos individuos catalogan como «moda», sino para emanciparnos y deconstruirnos como especie… para empatizar, intercambiar y dialogar entablando diversas ideas y posturas:

¿Qué es ser argentinx? ¿Qué es ser indígena? ¿Qué es ser facherx? ¿Qué es ser une negrx de mierda? ¿Por qué no existe un blancx de mierda? ¿Qué es ser bellx? ¿Qué es ser purx? ¿Qué es negrear? ¿Por qué me dicen mina? ¿Por qué me dicen putx? ¿Por qué soy cristianx? ¿Por qué escribo estas líneas en español?

Apasionarse e interesarse por la historia es más que leer cosas sin relevancia, cosas que «ya pasaron y no me afectan»; es entender que fuimos educados en un determinado contexto socio-político y cultural que nos permea constantemente a través de numerosas prácticas que reproducimos inconscientemente a lo largo de nuestra vida cotidiana. Leer historia es más arduo que leer libros viejos empolvados. Es entender los porqués, las causas, los inicios de un determinado acontecimiento… es salir de la zona de confort para desentrañar nuevos fundamentos e ideas que probabablemente nos incomoden, pero seguramente nos enriquezcan como seres humanos: interpretar el pasado supone estar abiertx a nuevos presupuestos que cuestionen mis prácticas cotidianas, e incluso transformen mi mirada sobre el presente.

Entonces, leer historia mediante nuestra más preciada capacidad de recordar, a través de la memoria, es un acto de amor pleno por mí, por la sabiduría, por mi amigx, por mi novix, por mi vecinx, por mi familia, por las generaciones venideras… por captar el interés presuntamente verdadero detrás de aquello que nos quieren hacer creer. En fin, tres palabras: amar, descubrir, y cuestionar.